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Clara Campoamor, ateneísta y primera mujer en la Junta de Gobierno del Ateneo de Madrid: una perspectiva precursora en el ámbito jurídico-social

Clara Campoamor, ateneísta y primera mujer en la Junta de Gobierno del Ateneo de Madrid: una perspectiva precursora en el ámbito jurídico-social

Clara Campoamor: first woman on the Governing Board of the Ateneo de Madrid

Alfonso Herrán Acebes

Jefe del Departamento de Patrimonio del Ateneo de Madrid

Diario LA LEY, Nº 10478, Sección Tribuna, 4 de Abril de 2024, LA LEY

LA LEY 11392/2024

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Resumen

En 1917 Clara Campoamor entró a formar parte del Ateneo de Madrid como socia de pleno derecho de la institución. Este texto lleva a cabo una revisión de la figura de la abogada contextualizada en un orden cronológico y centrada en su actividad como ateneísta, en su actividad feminista junto con otras socias y en las dificultades y críticas que la abogada halló en la gestión de la institución, tanto aquellas sobrevenidas desde las esferas políticas de la dictadura del general Primo de Rivera, como aquellas otras que, de manera directa, vinieron vinculadas a su papel como primer miembro femenino en acceder al gobierno del Ateneo de Madrid.

Palabras clave

Clara Campoamor, Ateneo de Madrid, dictadura Primo de Rivera, Gregorio Marañón, Manuel Azaña, feminismo español.

Abstract

In 1917 Clara Campoamor joined the Ateneo de Madrid as a full member of the institution. This text carries out a review of the figure of the lawyer contextualized in a chronological order and focused on her activity as an Athena member, on her feminist activity together with other members and on the difficulties and criticisms that the lawyer encountered in the management of the institution. , both those that came from the political spheres of the dictatorship of General Primo de Rivera, and those that, directly, were linked to her role as the first female member to access the government of the Ateneo de Madrid.

Keywords

Clara Campoamor, Ateneo de Madrid, Primo de Rivera dictatorship, Gregorio Marañón, Manuel Azaña, spanish feminism.

Portada

I. Introducción

A pesar de la trascendencia que alcanzó institucionalmente al convertirse en la primera mujer en acceder a la Junta de Gobierno del Ateneo de Madrid, el paso de la figura de Clara Campoamor por la institución cultural aún no ha sido objeto de un estudio. Son muchas las preguntas que se nos formulan sobre el cómo y los porqués de su asociación a la institución, cuáles fueron los hechos que marcaron sus primeros años de ateneísta o el porqué de sus altas y sus bajas de la corporación, así como qué relaciones sociales emprendió en el caserón de la calle del Prado, sede de la madrileña institución.

El papel que la abogada jugó en el Ateneo se nos ha trasladado con ciertos sesgos que, en alguna manera, han alterado el perfil institucional de Clara Campoamor. Esto ha hecho que constante y reiterativamente se haga hincapié en hacer valer el papel de Campoamor únicamente como la primera mujer electa para una Junta de Gobierno en el Ateneo. La asociación de Clara Campoamor en la docta casa no solo constituyó una simple relación socia-entidad, sino que esta además adquirió cierta complejidad con el trasfondo y presencia que tuvieron los avatares políticos producidos a lo largo de las décadas de 1920 y 1930 en la institución, siendo el más controvertido la dictadura del general Miguel Primo de Rivera (septiembre, 1923 - enero, 1930), la cual afectó directamente a la abogada y su gestión en el Ateneo de Madrid.

II. Primeros años en el Ateneo de Madrid

En 1914, a los 26 años, Clara Campoamor regresó a su Madrid natal tras haber ejercido en el cuerpo de auxiliares de Telégrafos del Ministerio de la Gobernación en las ciudades de Zaragoza y San Sebastián. Su llegada a la capital se produjo tras ganar por concurso la plaza convocada por el Ministerio de Instrucción Pública que la destinaría a las Escuelas Adultas, donde ejerció como profesora de taquigrafía y mecanografía. Tal y como consta registrada en la documentación de Archivo del Ateneo de Madrid, su residencia quedó fijada en el número 10 de la madrileña Plaza de Santa Ana, aledaña a la institución (1) y a aquellos otros lugares frecuentados por quienes agitaban y fomentaban la vida cultural y los círculos intelectuales madrileños como el café del Pombo. El 10 de julio de 1917 Clara quedó vinculada al Ateneo de Madrid al formalizar su alta como socia de la institución, siéndole otorgado el carnet número 9.566 (2) .

En aquel Ateneo que recibió a la futura abogada las mujeres claramente constituían una minoría en el tejido asociativo, abrumadoramente masculino y aún con abundantes figuras políticas ejerciendo de bisagra entre los siglos XIX y XX

En aquel Ateneo que recibió a la futura abogada las mujeres claramente constituían una minoría en el tejido asociativo, abrumadoramente masculino y aún con abundantes figuras políticas ejerciendo de bisagra entre los siglos XIX y XX. A pesar de esto, Clara tomó contacto con otras asociadas precursoras del feminismo, como la activista Carmen de Burgos (socia 7.945) o la escritora Blanca de los Ríos (socia 7.935), quienes desde 1905 quedaron vinculadas de manera activa a la institución a través de las tertulias y debates organizados en la llamada sala de La Cacharrería. No obstante, antes de su asociación Clara ya frecuentaba el Ateneo, pues como nos informa el diario El defensor de Córdoba (3) , la abogada arrojó flores, junto a Blanca de los Ríos, al paso del féretro del escritor José Echegaray por la puerta del Ateneo. Ambas escritoras formaron parte de la comitiva que, en representación de la institución, se unió al cortejo fúnebre al paso del mismo por la calle del Prado.

En 1921 se advierte por primera vez a Campoamor en la actividad programada del Ateneo con su intervención en las discusiones que sobre el feminismo originaron los debates moderados por el escritor Victoriano Lillo y donde Clara participó a través del llamado Grupo Femenino del Ateneo (4) . Sabemos que este grupo de mujeres estuvo compuesto por las ateneístas Margarita Nelken (cuyo número de socia desconocemos), Rosa Chacel (socia 10.022), Adela González Fiori (socia 11.163), Teresa Borragán (socia 10.668), Josefina Ranero (socia 9.453), Carmen de Juan (socia 10.298) y la propia Clara Campoamor. Todas ellas además participaron como ponentes en los debates de la memoria presentada por Lillo bajo el título Situación e influencia de la mujer en las sociedades pasadas y futuras (5) . La intensidad alcanzada en estos debates fue notoria, pues hicieron que los mismos quedaran prolongados en el tiempo: comenzaron el 23 de diciembre de 1921 y concluyeron el 2 de abril de 1922. Este hecho es una prueba del interés que la cuestión del feminismo despertó en la institución y como Campoamor se encontraba inmersa en las cuestiones relacionadas con la mujer dentro del Ateneo.

Margarita Nelken (vestida de blanco) y Clara Campoamor (a su izquierda) junto a María Teresa Borragán, Josefina Ranero y Carmen de Juan, entre otras asistentes, en una tertulia feminista en La Cacharrería del Ateneo. Recuperada de: González Blanco, Andrés (1922). «La docta casa», en Nuevo Mundo, s/n, 31 de marzo: 12-15.

El Grupo Femenino del Ateneo extendió su actividad fuera de los muros de la institución cuando Clara y otras componentes representaron al Ateneo como cabeza de manifestación en el recorrido por las calles madrileñas, donde mostrando su oposición y desacuerdo a las políticas llevadas a cabo tras el desastre protagonizado por el ejército español en la batalla marroquí de Annual, en agosto de 1921 y con motivo de la guerra del Rif (6) . Este conflicto fue un punto de inflexión que, de alguna manera, avaló el golpe de Estado que el general Miguel Primo de Rivera llevaría a cabo el 13 de septiembre de 1923.

La actividad de Clara Campoamor en el Ateneo de Madrid se vio incrementada e institucionalizada en 1921, cuando un grupo de asociados, maestros y profesores principalmente, alzaron a la Junta General de socios la propuesta de creación de una Sección de Pedagogía, la cual organizaría cursos, conferencias y actividades vinculadas a la pedagogía con el fin de divulgar los progresos y necesidades que afectaban a la educación española. (7) El 24 de junio de 1921 el diario ABC informaba de la elección de Clara Campoamor como secretaria cuarta de la recién creada Sección de Pedagogía, habiendo resultado electa, entre otros, junto al político Antonio Royo Villanova o el escritor José Martínez Ruiz «Azorín» (8) y volviendo a resultar elegida, esta vez en la secretaría tercera de dicha Sección, en junio de 1922 y bajo la presidencia de la misma del sociólogo y pedagogo Adolfo Álvarez Buylla (9) .

III. La designación de la abogada como miembro de la Junta facciosa del Ateneo por Primo de Rivera

Las políticas del gobierno primorriverista constituyeron un punto de inflexión en el desarrollo Ateneo, sobre todo a partir de la clausura de la institución en febrero de 1924 (10) y la supresión de acciones que fueran más allá del uso de la biblioteca, las clases de taquigrafía, mecanografía y las exposiciones artísticas. Es decir: el Ateneo perdió sus debates, sus acaloradas discusiones en La Cacharrería y cualquier conferencia, acto o expresión de pensamiento que la dictadura pudiera considerar pernicioso para sí misma, sus intereses o sus políticas. Finalmente, la Junta de Gobierno y el sistema electoral del Ateneo fueron suprimidos con la emisión de una Real Orden del 25 de junio de 1926 (11) .

En sustitución de aquella Junta elegida democráticamente por los ateneístas, la dictadura procedió a instaurar una Junta facciosa dependiente del Gobierno Civil de Madrid, organismo este al que no solo debía rendir cuentas de la gestión llevada en el Ateneo, sino enviar con antelación su programación para que esta fuera revisada, aprobada, modificada o vetada. Esta Junta quedó íntegramente formada por abogados estrechamente vinculados a la vida política española del momento, tanto en su pasado como en su inmediato futuro. Con el abogado y político José Soto Reguera a la cabeza y en las tareas presidenciales, junto a este encontramos como vocales a Gerardo Doval y Rodríguez Formoso, José Gascón y Marín, Alfonso Senra Bernárdez, Daniel Riu Periquer, Mariano Alonso Castrillo y Barón, Leopoldo García Durán, José Fernández Cancela, Fernando Gil Mariscal, Francisco López de Goicoechea e Ichaurrandieta y a la propia Clara Campoamor, quien apenas un año antes había comenzado su ejercicio en la abogacía.

El primer encargo del Gobierno a la nueva e impuesta directiva fue la elaboración y redacción de un nuevo reglamento provisional (12) el cual debería regir la institución tal y como el Gobierno consideraba que debía ser, lo que transformaría al Ateneo en una plataforma cultural e ideológica dirigida por Primo de Rivera. Las críticas de los ateneístas llegaron inmediatamente a través de incómodas protestas de los diferentes grupos de socios hacia el Gobierno, hecho que concluyó con algunos exdirectivos de la institución encarcelados en la prisión Modelo madrileña. Así ocurrió con Gregorio Marañón, Jiménez Asúa, Luis de Tapia, Antonio Dubois o, entre otros, Isidoro Vergara, todos ellos miembros de la que fue llamada Junta legítima del Ateneo suprimida por la dictadura (13) .

La designación de Clara Campoamor es, cuanto menos, llamativa: una mujer en un mundo de hombres y un nombramiento en contra de los principios políticos de la abogada

La designación de Clara Campoamor es, cuanto menos, llamativa: una mujer en un mundo de hombres y un nombramiento en contra de los principios políticos de la abogada. Con este hecho la dictadura venía a representar un elemento modernizador con la incorporación de la mujer a la gestión que, tradicionalmente, había sido asignada al género masculino. De esta manera, sin quererlo, Clara rompió una barrera que la llevó a formar parte de un pilar fundamental en las políticas femeninas del momento, las cuales comenzaban a considerar relevante la participación de la mujer asociada a los ámbitos culturales y académicos y, por tanto, significar así su incorporación a la esfera pública. Sin lugar a dudas el Ateneo constituyó uno de los mejores crisoles para tal fin, pues la institución había asumido la participación femenina no solo en su tejido asociativo y cultural, sino también en la gestión de las Secciones, como fue el caso de la escritora Rosa Chacel en la de Artes Plásticas o Literatura en 1921 y 1922 respectivamente (14) . Claro ejemplo de lo citado, además de la propia Clara, fue la pionera figura de Carolina Marcial Dorado, quien fue designada embajadora de la cultura española en Estados Unidos en 1920, manteniéndose en el cargo hasta su cese en 1941 (15) .

A la elección de Clara Campoamor como miembro de la Junta facciosa se refirió posteriormente el periodista y político Roberto Castrovido, quien a través del diario El Pueblo (16) , recordaba que la abogada había renunciado a su cargo en el Ateneo impuesto por Primo de Rivera. Efectivamente, Campoamor presentó su dimisión de manera inmediata, concretamente el 4 de julio y junto a las de José Gascón y Marín y Daniel Riu Periquer (17) .

En palabras de la propia Clara y al respecto de su dimisión, esta expresaba en una entrevista para el Diario de Alicante:

¿Qué le voy a decir? A mi no me consultaron para nombrarme vocal y renuncié. Pero aunque me hubiesen consultado habría renunciado también. No le puedo decir nada más. Es decir, si; diga usted que yo siento el mayor respeto por las sociedades libremente constituidas (18) .

Con estas palabras Clara respaldaba la tradición democrática del Ateneo y mostraba su más absoluta contrariedad y repulsa a la intervención que la dictadura había llevado a cabo en la institución. Por otro lado, este hecho bien pudiera haber sido el detonante para que el 1 de septiembre de 1926, causara baja como socia del Ateneo, no volviendo a ingresar en la institución hasta el 20 de enero de 1928 (19) . El motivo de este reingreso debemos relacionarlo con la entrega de un documento que se hizo en la Secretaría de la Presidencia del Consejo de ministros, el cual fue avalado por las firmas de 413 ateneístas. En el documento en cuestión, quedaba solicitado que el Ateneo volviera a ser gestionado por una Junta electa y que, a su vez, fuera esta la encargada de reintegrar a la institución en su vida reglamentaria, suprimida por el gobierno de Primo de Rivera desde 1924 (20) . Sin haberse logrado este fin, el 31 de diciembre de 1928 Clara Campoamor volvía dar baja en la institución (21) . Este hecho coincide a su vez con la vinculación política de Clara a la Agrupación Liberal Socialista, en cuyas actas fundacionales, 1928, figuró la abogada y otros reconocidos ateneístas (22) .

IV. La elección democrática de Clara Campoamor para la Junta de Gobierno del Ateneo de Madrid

La Junta facciosa estuvo en activo hasta que dejó de tener efecto a fecha de 12 de febrero de 1930, cuando la misma quedó anulada por el Consejo de ministros quien, a su vez, autorizó a la Junta legítima del Ateneo para hacerse cargo de la institución y su gestión (23) .

Esta Junta legítima había quedado compuesta por los cargos electos anteriores a la intervención del Ateneo por la dictadura. Entre los mismos estaban: D. Gustavo Pittaluga, vicepresidente primero; D. Gregorio Marañón, vicepresidente segundo; D. Luis de Tapia, secretario primero; D. Eduardo Bonilla, secretario segundo; D. Luis Jiménez de Asúa, vocal primero; D. Antonio Dubois, vocal segundo; D. Isidoro Vergara. contador, y D. Salvador Pascual como depositario. La presidencia se encontraba vacante tras la dimisión que Armando del Palacio Valdés había presentado en 1926 ante el matiz de los acontecimientos que acabaron con las detenciones de socios y encarcelamiento de varios miembros de la Junta.

Tras el regreso de la Junta legítima la convocatoria de elecciones para verificar y legitimar a la Junta de Gobierno del Ateneo no se hizo esperar. Estas elecciones resultaban vitales, ya que la Junta había sido legitimada sin ningún documento oficial o proceso electoral, sino únicamente a través del acta llevada a cabo por el notario Luís Sierra Bermejo, donde se daba fe de los hechos acaecidos en el Ateneo la tarde del 13 de febrero de 1930, cuando la Junta legítima entró a la fuerza en la sede, la cual permanecía cerrada por orden del Gobierno desde unos días antes (24) . El proceso electoral para elegir una nueva Junta y los miembros de las Secciones, quedó convocado esa misma tarde por acuerdo tomado en la asamblea celebrada en el salón de actos de la institución por un gran número de socios.

Las votaciones fueron llevadas a cabo un mes después, la tarde del 12 de marzo. Al respecto de las candidaturas presentadas para la Junta de Gobierno, concurrieron al proceso dos grupos: uno encabezado por el médico Gregorio Marañón y otro por el escritor y filósofo Miguel de Unamuno, quien acababa de regresar de su exilio en Francia (25) . Dentro de las listas presentadas por la candidatura de Miguel de Unamuno figuraban Manuel Azaña, quien optaba al cargo de depositario, y Clara Campoamor, quien optaba al cargo de secretaria tercera de la Junta de Gobierno. Que Clara concurriera al proceso electoral en la candidatura del escritor parece que no fue casualidad, pues concurría no solo la proximidad de ambos al Partido Socialista, sino también la amistad que los unía, hoy reflejada en el epistolario de Unamuno (26) .

El proceso electoral alcanzó una gran participación y arrojó como resultado una Junta de Gobierno compuesta por miembros de ambas candidaturas, tanto de Marañón como de Unamuno, en la cual Clara Campoamor resultó elegida secretaria tercera con una cantidad de votos inferior a la del resto de sus compañeros, logrando 478 de los 768 votos emitidos. Por detrás de ella únicamente estaba su compañero de candidatura, Manuel Azaña que, como depositario de la Junta, fue elegido con 382 votos (27) . La abogada volvía a encontrarse en un mundo de hombres: Gregorio Marañón como presidente del Ateneo, Gustavo Pittaluga y Luis Jiménez de Asúa como vicepresidentes primero y segundo, Antonio Dubois y Eduardo Bonilla como vocales primero y segundo, Manuel Azaña como depositario, Agustín Millares como bibliotecario, Isidoro Vergara como contador, Luis de Tapia, José Antonio Balbontín y Clara Campoamor ocupando la secretaría primera, segunda y tercera, respectivamente.

De alguna manera, este resultado bien pudiera plasmar la aún misógina actitud de los socios del Ateneo, la cual parecía aún imperar en los pasillos de la decimonónica institución. A este respecto la propia Clara firmaba un artículo en el diario La Libertad donde la abogada procedió a defenderse de las críticas y malestar que en determinados ámbitos de la corporación había suscitado su elección como miembro de la Junta de Gobierno. Concretamente daba réplica a las palabras del estudiante José López Rey (socio 12.693), quien cuestionó a Campoamor y al feminismo que esta representaba como «minoría resentida, minoría sabedora de su inferioridad, reducida a demanda de galantería, de emplear rusticidad…» (28) .

Como miembro de la Junta del Ateneo, las intervenciones de Clara Campoamor en la institución siguieron produciéndose a través de la cátedra, donde la abogada ofreció diferentes ponencias. En este aspecto, la relativa a La emancipación de la mujer fue una de las más importantes, pues Clara abordó el papel en la sociedad de la mujer casada, conferencia que no estuvo exenta de polémica ante la perspectiva y las reivindicaciones expuestas por la abogada (29) .

Miembros de la junta del Ateneo de Madrid. Anónimo, «La nueva Junta del Ateneo», Estampa, n.o 114 (1930): 48

En otra dimensión estaban las conferencias sobre mujeres históricas, biografías de relevantes figuras femeninas que Clara abordó igualmente desde sus intervenciones en la cátedra del Ateneo. Dentro de estas, debemos destacar la dedicada a Mariana Pineda, la cual coincidió con el centenario de su ejecución, el 26 de mayo de 1831 (30) . Esta intervención de Campoamor debemos enmarcarla en los actos conmemorativos organizados mediante honores militares que quedaron establecidos en el decreto (31) emitido por el presidente del Gobierno provisional, Niceto Alcalá-Zamora, a propuesta del ministro de Guerra, y a su vez presidente del Ateneo de Madrid, Manuel Azaña, con quien Clara compartía directiva en el Ateneo.

A través de esta conferencia sobre la heroína granadina debemos apreciar la despedida de Clara Campoamor de su cargo en la Junta de Gobierno del Ateneo, apenas unos días antes de que aconteciera su proclamación como candidata por Madrid a Cortes Constituyentes en las elecciones del 28 de junio de 1931 (32) . La elección de esta conferencia sobre la liberal andaluza, no debió ser casual. Clara fue más allá. Con Mariana Pineda dejó establecidos dos paralelismos vitales entre ambas mujeres: por un lado, los ideales liberales compartidos y la revalorización que la figura de Pineda tuvo durante la Primera República Española, ahondando así en la ideología republicana de ambas; por otro la dignificación de una víctima del absolutismo que, en su condición de mujer tuvo un agravante. Si Pineda fue ejecutada por bordar una bandera donde proclamaba la Libertad, la Igualdad y la Ley, estas mismas consignas fueron logradas por Campoamor, un siglo después, a través del sufragio universal. Por otro lado, no debemos obviar que la recuperación de la figura de Mariana Pineda tuvo otras connotaciones importantes para Clara Campoamor, entre las que se encontraba la reivindicación histórica que el socialista Fernando de los Ríos Urruti, había hecho de Pineda. Asimismo, con su conferencia Clara manifestó aún más su distancia hacia la dictadura primorriverista, la cual había prohibido hasta 1927 la representación de Mariana Pineda. Romance popular en tres estampas, obra de Federico García Lorca (33) .

Al margen de sus intervenciones destacando el papel de la mujer, igualmente la presencia de Clara Campoamor en el Ateneo se asoció a relevantes actos y manifestaciones políticas, como sucedió con el líder socialista Indalecio Prieto en abril de 1930 y donde Clara formó parte de la mesa de ponentes junto a Marañón, Balbotín y Dubois (34) . También firmó el escrito que, encabezado por ella misma y junto con otros socios de la institución, solicitaron al Gobierno provisional de la República la apertura de un proceso que juzgase los «numerosos delitos comunes que cometió en los últimos años de su reinado» (35) el rey Alfonso XIII.

Al abordar la labor gestora que la defensora de los derechos de la mujer realizó en el Ateneo tras su elección y junto a sus compañeros, bien podemos decir que esta fue breve y que no exenta de complejidad. La misma se desarrolló en un ambiente hostil hacia la Junta que, dirigida por Gregorio Marañón, veía como una mayoría de socios llevaba a cabo una oposición de manera sólida y constante contra la misma y, por ende, contra la propia Clara.

La Junta de Gobierno del Ateneo de Madrid junto a Indalecio Prieto. Anónimo, «La conferencia de Indalecio Prieto», Mundo Gráfico, año XX, n.o 965 (1930): 28

Efectivamente el Ateneo de aquellos años se encontraba balanceado por dos corrientes: la del siglo XIX, consolidada por los socios más antiguos y la del siglo XX, auspiciada por las inquietudes de los más jóvenes asociados. Este choque generacional que ya había dado muestras anteriormente en el gobierno de la institución, provocó un ambiente de insatisfacción entre los más jóvenes ateneístas que veían en la figura de Marañón un representante de la Generación del 14 aún marcado por las doctrinas liberales que en la presidencia del Ateneo anteriormente quedaron personificadas por el Conde de Romanones, Álvaro Figueroa y Torres, figura asociada a los gobiernos alfonsinos (36) . Estos hechos internos a su vez venían derivados por otros tantos que definieron a la sociedad española de la década de 1920 que, dominada por una profunda crisis, vino a marcar aún más las diferencias sociales, religiosas y sobre todo ideológicas, donde el final del régimen político de la Restauración quedaba ya preparado para su extinción tras el surgir de diferentes alternativas reformistas y revolucionarias (37) .

V. La dimisión de Clara Campoamor y la Junta de Gobierno

Ante esta difícil situación la Junta se vio avocada a la convocatoria de elecciones, fijando las mimas para finales del mes de mayo de 1930. En palabras de Clara Campoamor la abogada resumía de la siguiente manera los hechos: «Las Juntas de gobierno son para gobernar, no para que se las gobierne.» (38) .

A pesar que la convocatoria electoral se produjo para elegir a la mitad de la Junta y que esta no afectaba a la secretaría tercera, la abogada dimitió de su cargo en «solidaridad» (39) con Marañón, tal y como lo hicieron el resto de sus compañeros a excepción de José Antonio Balbontín, quien permaneció en el cargo de secretario segundo. Balbontín se encontraba dentro de las posiciones políticas del radical socialismo que comenzaban a mostrarse abiertamente en el Ateneo, las cuales habían llegado a infiltrarse en el tejido de la institución a través de los miembros de algunas de las Secciones y los socios más jóvenes. Estas posiciones radicales, posiblemente constituyeron la verdadera razón de la dimisión de la Junta de Gobierno de la docta casa. Los hechos de esta renuncia quedaron reflejados en la carta que el equipo directivo firmó y dirigió a los socios, donde abiertamente manifestaron la falta de apoyos que habían tenido para adaptarse a las demandas ejercidas por grupos de asociados para imprimir al Ateneo un acento de actualidad (40) .

Por otro lado, no podemos obviar otras informaciones que, al respecto del motivo de tal renuncia, circularon en determinados medios escritos aludiendo al verdadero motivo de la dimisión de la Junta, incluida la de Campoamor. Esta se achacaba a los intereses habidos en la Junta, especialmente los de Marañón y Dubois, que no tuvieron su previsto desarrollo la tarde en que debía haberse producido la conferencia del periodista y político Marcelino Domingo, quien acababa de editar la obra ¿Qué espera el rey? (41) , publicación que cuestionaba el papel de la monarquía de Alfonso XIII y a la que haría referencia en su intervención en el salón de actos de la institución. De la suspendida intervención de Domingo en el Ateneo, se dijo:

Hemos oido que el petit Robespiere [en referencia a Marcelino Domingo] no dio la conferencia (¿lo decimos? uy, qué miedo!) porque ese día tenía que estar en Lérida o en Elche, donde iba a dar el grito de rebeldía y proclamar la república y, naturalmente, no era cosa de perder el tiempo hablando en el Ateneo.

Los Marañones de la Junta, con Don Ripios y Monsieur Dubois, estaban en el secreto y esperaban alborozados el acontecimiento; ¡oh Mi Presidencia!, soñaba don Gregorio.

Pero, resultó que Marcelino se durmió y no salió de casa; y no habló en el Ateneo ni nos trajo la república.

¡Renunciamos! (42)

Estas palabras del periodista parecían respaldadas por un gran número de ateneístas que, los asuntos esgrimidos para las dimisiones de los miembros de la Junta, parecían que no habían resultado satisfactorios o aclarados en su totalidad. Este hecho hizo que la tarde del 9 de junio se procediera a celebrar una junta general donde únicamente se trataría el asunto de las anunciadas dimisiones que, finalmente no fueron llevadas a cabo. El debate debió ser largo «apasionado y vibrante, fue interesantísimo, llevando la presidencia con extraordinaria habilidad y corrección Antonio Dubois» (43) . En la misma se examinó la política de la Junta, así como la actitud de los miembros que habían presentado su dimisión, contando con la intervención de la propia Clara Campoamor.

La dimisión de Clara Campoamor en su cargo de secretaria tercera de la Junta de Gobierno en el Ateneo, por algún motivo no llegó a formalizarse. De los once miembros que componían la Junta, finalmente solamente Manuel Azaña llegó a presentar formalmente su dimisión (44) . Tal y como nos informa el diario El día gráfico (45) , en las elecciones celebradas el 31 de mayo de 1930, la abogada figura dentro de los miembros de la nueva directiva de la institución, donde Fernando de los Ríos Urruti, había resultado elegido presidente (46) . Pero la presidencia de jurista y catedrático, no llegó a materializarse, pues presentó su dimisión al cargo el 6 de junio (47) junto a la del doctor Pittaluga (48) . Estos hechos provocaron una fuerte inestabilidad en el gobierno del Ateneo y, por extensión, en la propia institución.

La celebración de una junta general para estudiar las dimisiones, así como un proceso electoral fallido, agudizaron la brecha existente entre los socios y la Junta de Gobierno. Esto parece quedar manifestado en la visita que la abogada, junto a Antonio Dubois, realizaron al Ministerio de Gobernación en representación del Ateneo y a petición del ministro Enrique marzo Balaguer, quien al respecto de la reunión citó en la prensa:

Por mi requerimiento, ha venido, asimismo, una exigua representación de la Junta del Ateneo de Madrid, formada por el señor Dubois y D.ª Clara Campoamor. Les he dicho que, conociendo, por los extractos recibidos, lo tratado en las últimas conferencias de aquel centro, el Gobierno ha decidido la suspensión de dichos actos, en tanto no haya una Junta en propiedad, a quien pueda dar instrucciones para su celebración. Los comisionados me pidieron, a fin de salvar su responsabilidad, que les enviase por escrito la decisión del Gobierno. He accedido a ello, y el documento lo recibirán esta tarde, recabando así para mi toda la responsabilidad. Cuando se reanuden esas conferencias se prohibirá la apertura de la tribuna pública, pues no puede aceptarse que la gente de la calle asista a ciertos actos en el Ateneo que se prohíben en otros lugares. Así se evitará que los incidentes que se produzcan tengan el matiz de publicidad que últimamente se les ha dado. Estas y otras medidas se tomarán para evitar que el Gobierno proceda con una mayor decisión en contra del Ateneo, como, por ejemplo, retirar la subvención y clausurar el local, medidas que le producía verdadero disgusto acordarlas (49) .

La decisión del ministro marzo Balaguer agitó a los socios más radicales de la institución. Clara Campoamor en compañía de Antonio Dubois e Isidoro Vergara, como miembros de la Junta de Gobierno, procedieron a aplicar la orden ministerial y explicar lo sucedido a los socios ante la disconformidad de los mismos, la cual quedó manifestada en una nueva convocatoria electoral (50) . No obstante, este proceso electivo parecía no presentarse fácil, sobre todo entre los posibles candidatos a la presidencia que, resultando invitados a ejercerla, ninguno de los propuestos quiso acceder a presentar su candidatura. Finalmente, el dimitido Manuel Azaña fue quien presentó su aspiración a la presidencia, siendo este elegido el 18 de junio de 1930 (51) y con quien Clara Campoamor compartiría Junta de Gobierno hasta el cese en el cargo de esta, producido el 30 de mayo de 1931 (52) .

El Ateneo parecía empezar nuevamente a constituirse como una plataforma desde la cual surgían las críticas y mensajes contrarios a los intereses de la dictablanda del general Dámaso Berenguer, hallaban en su cátedra un lugar de amplia difusión para tal fin. Esta situación debió avivar nuevamente la amenaza de cierre de la institución, por lo que la actividad política quedó asociada a otros centros como el Ateneo de Divulgación Social o los Círculos Republicano Radical y Republicano Federal, que se constituyeron como plataformas ideológicas de la izquierda y en los que Clara Campoamor, junto a José Antonio Balbontín, participó activamente en los mítines que contra la dictadura se organizaron en el mes de septiembre de 1930 (53) .

VI. Sobre la legitimidad de la elección de Clara Campoamor

El 18 de enero de 1934, Clara Campoamor causó baja de manera permanente como ateneísta (54) . Curiosamente su baja acaeció bajo la presidencia de Miguel de Unamuno en la misma, con quien Campoamor había comenzado su periplo en el gobierno del Ateneo.

No obstante, y a lo ya referido, el papel de Clara Campoamor en el Ateneo a lo largo de todos estos años nos plantea aún muchos interrogantes: por un lado está su nombramiento como miembro de la Junta facciosa instaurada por Primo de Rivera, que sin lugar a dudas constituye un hecho cuanto menos sorprendente y poco mencionado, tanto en su biografía vital como en su faceta de ateneísta; por otro, y al respecto de su elección en 1930, el análisis de las fuentes existentes nos plantea alguna duda sobre la legitimidad de su elección y los motivos que, posteriormente, la llevaron a presentar su fallida dimisión.

A esta última cuestión hallamos información en los documentos conservados en el Archivo del Ateneo. Según consta en las fuentes consultadas, la abogada realizó su tercer y último reingreso en la institución a fecha de 2 de diciembre de 1930, produciendo su baja definitiva en la misma a fecha de 18 de enero de 1934 (55) . Es decir: la fecha de su alta de reingreso como ateneísta se produjo posteriormente a su elección y amago de dimisión de su cargo de secretaria tercera, ganado en el proceso electoral del 13 de marzo del mismo año, 1930. Por tanto, esto nos evidencia que Campoamor resultó electa fuera de la normativa marcada en los estatutos de la institución que, para formar parte de la Junta de Gobierno o mesas de Secciones (56) , exigían estar de alta como socio, circunstancia que no concurrió en la abogada a fecha de 13 de marzo de 1930, día de su elección.

Llegados a este punto debemos preguntarnos si la causa de la fallida dimisión de la abogada verdaderamente fue la esgrimida en el escrito de presentado por Gregorio Marañón, o la misma respondió al requerimiento de algunos socios o miembros de la Junta que pudieron exigir el escrupuloso cumplimiento del reglamento que regía el Ateneo, caso este último que, evidentemente, llevaría aparejado el inmediato cese de la abogada en el cargo (57) .

Efectivamente y tras la consulta de las fuentes documentales pertinentes, nos inclinamos en pensar que la dimisión de la Junta en la que Clara Campoamor participó, además de los esgrimidos por la misma, vino dada por motivos de carácter asociativo, concretamente por el incumplimiento de todos sus miembros con lo estipulado en el reglamento de la institución, la condición de socio y la antigüedad necesaria de un año para poder acceder a presentar su candidatura en los procesos electorales convocados por la corporación, algo que refleja el Capitulo IV del reglamento de 1903 (58) , por el cual se regía el Ateneo en esos momentos.

Este hecho, absolutamente necesario para la elección, no lo llegaron a cumplir todos sus miembros electos, por lo que el caso de Clara Campoamor no fue el único. A este respecto, cabe destacar aquellos miembros que, elegidos para formar parte de la Junta de 1930, ni tan siquiera poseían la condición de socio en activo: Clara Campoamor (secretaria tercera), Manuel Azaña (depositario), José Antonio Balbontín (secretario segundo), Agustín Millares (bibliotecario) e Isidoro Vergara (contador). Por otro lado, tanto Luis de Tapia (secretario primero), como Gustavo Pittaluga (vicepresidente primero), Luís Jiménez Asúa (vicepresidente segundo), Antonio Dubois (vocal primero), Eduardo Bonilla (vocal segundo) y el propio Gregorio Marañón (presidente), habían efectuado su reingreso todos ellos a fecha de 12 de febrero de 1930, apenas un mes antes de llevar a cabo el proceso electoral (59) .

Esta anómala situación nos muestra un proceso electoral en el que concurrieron varios defectos de forma, los cuales afectaron también a la composición de las Secciones y más concretamente a la de Artes Plásticas, donde el pintor Augusto Fernández Sastre, quien había resultado elegido secretario segundo de dicha Sección, tuvo que presentar su dimisión debido a las citadas circunstancias. En un principio, la dimisión del pintor parecía estar relacionada con las diferencias ideológicas surgidas entre los miembros que componían la Sección, la cual terminó con la renuncia de Víctor D’Ors, quien ni tan siquiera fue socio de la institución, Eugenio Frutos, quien había dado alta el 4 de marzo de 1930, fuera del plazo establecido en el período electoral y del propio Fernández Sastre (60) .

La dimisión de los miembros de la Sección de Artes Plásticas, parecía llegar en las mismas fechas que la de Clara Campoamor, a finales de mayo de 1930, pues fue relacionada en la memoria de la Sección que el 7 de junio de ese mismo año leyó el pedagogo Víctor Masriera como secretario primero de la misma (61) . No obstante, se ha podido documentar que la dimisión de estos se produjo con anterioridad a la lectura de la citada memoria, concretamente y tal como se nos comunica a través del diario La Libertad, con anterioridad al 12 de abril de 1930, fecha en la que se acordó cubrir las vacantes (62) .

VII. Conclusiones

El paso de Clara Campoamor por el Ateneo de Madrid se produjo en un período convulso que evidenció que el Ateneo de Madrid debía enfrentarse a sustanciales cambios: dejar atrás un siglo XIX y comenzar, tardíamente, el siglo XX. Estos necesarios cambios establecieron una lucha entre la tradición y la modernidad, manifestando el brote de un nuevo tejido asociativo que marcaría los años previos a la guerra civil y pondría fin a un Ateneo que aún arraigaba en la tradición y pensamiento del siglo XIX. En este contexto desarrolló Clara Campoamor su labor en el Ateneo de Madrid como socia de la institución.

La vinculación de Clara Campoamor al Ateneo de Madrid debemos contextualizarla a partir de su involucración en el llamado Grupo Femenino del Ateneo, donde la abogada participó activamente. La trayectoria política de la abogada se desarrolló en paralelo a su vinculación al Ateneo donde estableció cercanía a figuras esenciales en la política y el pensamiento de la España del primer tercio del siglo XX, tales como, entre otros, Manuel Azaña o Miguel de Unamuno.

A través de las fuentes referenciadas, concluimos que la llegada de Clara Campoamor a la Junta de Gobierno del Ateneo no se realizó por los cauces reglamentarios. Este último hecho constituye un elemento de relevancia en la biografía de la abogada y, por extensión, en la historiografía de la propia institución.

Por último, el texto presentado responde a un estudio que lleva a cabo una revisión y puesta en valor de la figura de Clara Campoamor como ateneísta, un hecho sobre el que aún queda arrojar luz sobre sus años de afiliación a la docta casa, las relaciones establecidas en la misma, o su vinculación con la masonería (63) , tan abundante en aquellos años en el Ateneo, así como el impulso que la institución ofreció a Campoamor en su trayectoria a partir de su participación en la Junta de Gobierno del Ateneo.

VIII. Bibliografía

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(1)

Archivo del Ateneo de Madrid, Listado de socios anteriores a 1 de abril de 1939. Sig. ES 28079 AAM 01.01-03

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(2)

Archivo del Ateneo de Madrid, Listado de socios anteriores.

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(3)

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(4)

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(5)

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(6)

Florinda López Santos, «Clara Campoamor, solitaria abogada de la igualdad», en Ateneístas Ilustres, eds. Daniel Pacheco, Alejandro Díez y Alejandro Sanz (Madrid: Ateneo de Madrid, 2004), 147-158. El diputado socialista Indalecio Prieto responsabilizó al rey Alfonso XIII del citado desastre con una dura intervención en las Cortes.

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(7)

Anónimo, «La creación de una Sección de Pedagogía en el Ateneo de Madrid», El Sol, 13 de enero de 1921, 16

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(8)

Anónimo, «Ateneo». ABC, 24 de junio de 1921, 24

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(9)

Anónimo, «Ateneo de Madrid», El Sol, 24 de junio de 1922, 4

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(10)

Víctor Olmos, Ágora de Libertad. Historia del Ateneo de Madrid (1923-1962), t. 2 (Sevilla, Ulises, 2018), 52

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(12)

Anónimo, «Ateneo de Madrid. Sustitución de la Junta», El Eco de Santiago, 26 de junio de 1926, 1

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(13)

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(14)

Anónimo, «Ateneo de Madrid», ABC, 24 de junio de 1921, 24

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(15)

Pilar Piñón Varela, «Go West Young Woman! Redes transatlánticas e internacionalismo cultural. Las mujeres como protagonistas del intercambio académico entre España y los Estados Unidos (1919-1939)» (tesis doctoral, Universidad Nacional de Educación a Distancia, 2016). Recuperado de https://dialnet.unirioja.es/servlet/tesis?codigo=65945

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(16)

Roberto Castrovido, «Garambainas», El Pueblo, 8 de marzo de 1930, 1. Igualmente, el periodista reivindica la negativa de Clara Campoamor a formar parte de la Junta facciosa en: «Los monárquicos forman el cuadro», La Voz de Menorca, 22 de marzo de 1930, 1

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(17)

Anónimo, «La nueva junta del Ateneo», La Independencia, 4 de julio de 1926, 1

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(18)

Javier Sánchez Ocaña, «Clara Campoamor habla del feminismo», Diario de Alicante, 27 de julio de 1926, 1.

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(19)

Archivo del Ateneo de Madrid, Listado de socios anteriores.

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(20)

Anónimo, «Una petición. Los socios del Ateneo presentan una exposición al Gobierno» La Voz de Asturias, 9 de febrero de 1928, 2

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(21)

Archivo del Ateneo de Madrid, Listado de socios anteriores.

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(22)

«La crítica socialista a la Agrupación Liberal Socialista», en la web oficial de Eduardo Montagut, acceso el 7 de marzo de 2024, https://www.eduardomontagut.es/mis-articulos/historia/item/710-la-cr%C3%ADtica-socialista-a-la-agrupaci%C3%B3n-liberal-socialista.html

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(23)

Anónimo, «La Junta legítima del Ateneo vuelve a su puesto», El Sol, 13 de febrero de 1930, 8. Culturalmente el período de la Junta facciosa al frente del Ateneo parece que no produjo unos frutos relevantes, es más: según narraron algunos socios a la caída de la dictadura, la institución había quedado en una penosa situación. Muestra de ello fue que en los años que esta dirigió el Ateneo (1926-1930), solamente fueron adquiridos quince libros con destino a engrosar los anaqueles de su gran biblioteca. La mayoría de los fondos de este período, quinientos veintitrés títulos, resultaron adquiridos gracias a los donativos que de los mismos hicieron los asociados. Ver: Alberto D. «En la tarde del miércoles, el Ateneo gozó la viva alegría de su resurrección», Crónica, 16 de febrero de 1930, 21

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(24)

Anónimo, «La Junta legítima del Ateneo vuelve a su puesto», El Sol, 13 de febrero de 1930, 8

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(25)

Anónimo, «Ateneo de Madrid», La Provincia, 14 de marzo de 1930, 7

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(26)

«Las mujeres que escribían a Miguel de Unamuno», en la web oficial La Mar de Onuba, de Maribel Rodríguez Fidalgo y Adriana Paíno Ambrosio, acceso el 13 de enero de 2019, http://revista.lamardeonuba.es/las-mujeres-que-escribian-a-miguel-de-unamuno/. Tras el período electoral y en reconocimiento a su figura, Miguel de Unamuno fue nombrado socio de honor del Ateneo en el primer acto organizado por la nueva Junta de Gobierno. Ver: Anónimo, «Junta general en el Ateneo» La Época, 29 de marzo de 1930, 2

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(27)

Anónimo, «Ateneo de Madrid», La Época, 14 de marzo de 1930, 4

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(28)

Clara Campoamor, «Responsabilidades. Juventud, egolatría…», La Libertad, 27 de abril de 1930, 5

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(29)

Anónimo, «Confèrencia», La Nostra Terra: revista mensual de literatura, art y ciencies, n.o 28 (1930): 39. Al respecto de esta conferencia, ver: Alberto Gil Ibáñez, «Clara Campoamor: una republicana y feminista auténtica», Araucaria. Revista Iberoamericana de Filosofía, Política, Humanidades y Relaciones Internacionales, nº47 (2021): 211-232

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(30)

José María Palma, «Una disertación de Clara Campoamor sobre Mariana de Pineda», La Correspondencia de Valencia, 2 de junio de 1931, 3

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(31)

Decreto de 9 de mayo de 1931 dando instrucciones para conmemorar el primer centenario de la muerte de D.ª Mariana Pineda y Muñoz. Gaceta de Madrid, n.o 129, 619

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(32)

Anónimo, «Información nacional y extranjera. Proclamación de candidatos», Hoja oficial de la provincia de Barcelona, 22 de junio de 1931, 3

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(33)

Carlos Serrano, «Mariana Pineda (1804-1831). Mujer, sexo y heroísmo» en Liberales, agitadores y conspiradores. Biografías heterodoxas del siglo XIX d. C., ed. Isabel Burdiel y Manuel Pérez Ledesma (Madrid, Espasa Calpe, 2000), 99-126

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(34)

Anónimo, «Conferencia de Indalecio Prieto en el Ateneo», La Voz, 26 de abril de 1930), 13. En la citada conferencia el político socialista censuró al gobierno de Berenguer y habló sobre la posibilidad de instaurar una república como sistema de gobierno en España.

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(35)

Anónimo, «Un acuerdo del Ateneo de Madrid», El día gráfico, 15 de mayo de 1931, 13. Igualmente, la Junta directiva del Ateneo presentó una solicitud para la expulsión de las órdenes religiosas. Ver: Anónimo, «Casino de Santa cruz de Tenerife», El Progreso, 15 de mayo de 1931, 2. A este último respecto, el diario británico The Times argumentó la falta de sentido político existente en la Junta de la institución ante semejante petición. Ver: Anónimo, «"La Nación" pide el levantamiento de la suspensión de "El Debate" y "ABC"», La Voz de Cantabria, 16 de mayo de 1931, 10.

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(36)

Álvaro de Figuera y Torres ocupó la presidencia del Ateneo de Madrid entre 1920 y 1922. «Presidentes» en la web oficial de Ateneo de Madrid, acceso el 24 de noviembre de 2023, https://www.ateneodemadrid.com/presidentes/

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(37)

Julio Montero y Javier Cervera Gil, «Madrid en los años treinta. Ambiente social, político, cultural y religioso», Studia et Documenta, n.o 3 (2009): 13-39.

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(38)

Anónimo, «Mesa revuelta», El siglo futuro, 31 de mayo de 1930, 1

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(39)

Anónimo, «La actual directiva del Ateneo no quiere ir a la reelección», Heraldo de Madrid, 30 de mayo de 1930, 2

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(40)

Anónimo, «La actual directiva del Ateneo no quiere ir a la reelección».

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(41)

Marcelino Domingo, ¿Qué espera el rey? (Madrid: Javier Morata, 1930).

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(42)

Fray Junípero, «Mesa revuelta», El siglo futuro, 31 de mayo de 1930, 1

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(43)

Anónimo, «Ateneo de Madrid. Junta general», La Libertad, 10 de junio de 1930, 9

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(44)

Anónimo, «En el Ateneo de Madrid. Resultó elegido presidente don Fernando de los Ríos», La Voz de Cantabria, 1 de junio de 1930, 8

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(45)

Anónimo, «Nueva Junta del Ateneo de Madrid», El día gráfico, 1 de junio de 1930, 33

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(46)

Anónimo, «El ilustre catedrático y político D. Fernando de los Ríos, que ayer fue elegido presidente del Ateneo de Madrid», La Libertad, 1 de junio de 1930, 3

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(47)

Anónimo, «La Junta de gobierno del Ateneo», La Época, 6 de junio de 1930, 5. Junto a la dimisión de la presidencia aparece publicada la del vicepresidente primero, Gustavo Pittaluga, quien además expresó en la misma su extrañeza por las elecciones llevadas a cabo.

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(48)

Anónimo, «Renuncias en la Directiva del Ateneo», El Debate, 4 de junio de 1930, 5

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(49)

Anónimo, «En Gobernación», La Época, 14 de junio de 1930, 7

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(50)

Anónimo, «Suspensión de conferencias en el Ateneo», El Cantábrico: diario de la mañana, 14 de junio de 1930, 3

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(51)

Anónimo, «Ateneo. Ante la elección de la nueva Junta», Heraldo de Madrid, 18 de junio de 1930, 15

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(52)

Anónimo, «Elecciones en el Ateneo», Diario de Almería, 31 de mayo de 1931, 2

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(53)

Anónimo, «Los mítines de las izquierdas», El Cantábrico: diario de la mañana, 14 de septiembre de 1930, 3

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(54)

Archivo del Ateneo de Madrid, Listado de socios anteriores.

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(55)

Archivo del Ateneo de Madrid, Listado de socios anteriores.

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(56)

Anónimo, Reglamento del Ateneo Científico, Literario y Artístico de Madrid (Madrid: Sucesores de Rivadeneyra, 1903), 18

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(57)

Anónimo, Reglamento del Ateneo 1903, 32-33. El reglamento fue reformado en 1932, sigue precisando que el acceso a la Junta de Gobierno precisará de «por lo menos, un año de antigüedad en el Ateneo». Anónimo, Reglamento del Ateneo Científico, Literario y Artístico de Madrid (Madrid: Cumar, 1932), 26

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(58)

Anónimo, Reglamento del Ateneo 1903, 18

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(59)

Archivo del Ateneo de Madrid, Listado de socios.

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(60)

Archivo del Ateneo de Madrid, Listado de socios anteriores.

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(61)

Víctor Masriera, Memoria leída en la reunión inaugural de la Sección de Artes Plásticas del Ateneo de Madrid el día 7 de junio de 1930 por el secretario primero de la Sección don Víctor Masriera. Biblioteca Ateneo de Madrid. Ms., Sig. Armario 18.

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(62)

Anónimo, «Ateneo de Madrid. Cómo han quedado cubiertas las vacantes de las diferentes secciones», La Libertad, 12 de abril de 1930, 5

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(63)

En 1932 Clara Campoamor entró a formar parte de la Logia Adopción Reivindicación, instalada en Madrid, comenzando sus trabajos con la tutela de la logia Condorcet del GOE. A este respecto ver: Alberto Gil Ibáñez, «Clara Campoamor: una republicana y feminista auténtica», Araucaria. Revista Iberoamericana de Filosofía, Política, Humanidades y Relaciones Internacionales, nº47 (2021): 211-32

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Usuario por defecto|04/04/2024 23:18:01
Gran articulo. Muy bien investigado y excelentemente escrito. Me encanta saber que ha habido mujeres que nos han abierto las puertas a todas las demás. Estamos como estamos gracias a estas distinguidas figuras que lucharon contra todo lo establecido.Notificar comentario inapropiado
Pilar|04/04/2024 10:53:56
Enhorabuena por lo bien que has documentado el texto, por la elección del tema y la ocasión de publicar tan amplio artículo en esta revista.Notificar comentario inapropiado
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