En nuestro país, la educación es y ha sido principalmente unidireccional. Aunque diferentes leyes han dejado por escrito que esto debe cambiar, los profesores explican y los alumnos escuchan. Y eso que como apuntan varios expertos, introducir la oratoria y el debate en las aulas permitiría crear un espacio con ideas más diversas y que los estudiantes aprendieran a comunicarse mejor.
La profesora Bárbara Pastor Artigues, fundadora y directora general de Oratoga, un método enfocado en ayudar a hablar bien en público, es una clara defensora de esto. Según ella, que muchos alumnos no tengan buena oratoria no es culpa suya, sino de los profesores. «La formación tiene que salir de la escuela, pero el problema es que esta sigue funcionando como hace 40 años. Además de que los profesores no saben enseñarla. Pero sales de nuestro territorio y ves que es posible», explica a Cuadernos de Pedagogía.
Una idea que también defiende Javier Pagán, director de la fundación educativa Actívate cuya finalidad es promover el uso del debate, la oratoria y el pensamiento crítico en la educación española. Él tampoco cree que se potencia en nuestro país, «pero lo que está claro es que es necesario empezar a trabajarla».
La importancia de la oratoria
Según los dos expertos, la oratoria es necesaria porque nos obliga a reflexionar y a ordenar bien las ideas. Y, por lo tanto, a que el discurso sea más interesante. «También porque en el momento en el que se fomenta, lo que estás es poniendo en común distintos puntos de vista sobre un tema, por lo que al final se produce un enriquecimiento colectivo. Si no hubiera un ejercicio así, el pensamiento se quedaría en el individuo. Al compartir, se produce el aprendizaje», añade Javier Pagán.
Esta educación bidireccional permitiría que el aula fuera más rica en ideas y que los alumnos fueran escuchados. «Además de que quitándoles esto provocas un daño grave, ya que les estás privando de explicarse con su propia voz. Y ser escuchados. Dos cuestiones que son necesarias en el ser humano. Cuando les enseñas a hablar bien y se quitan el miedo, les estás dando también mucha seguridad en sí mismos», cuenta Bárbara Pastor Artigues.
Entonces, si tiene tantos beneficios, ¿por qué no se promueve? La fundadora de Oratoga responde con tres razones: «La primera, porque el profesorado no la necesita para su labor en las aulas y no entiende por qué debe hacerlo. La segunda, porque no ha recibido formación para ello. Y, por último, porque le supone salir de su zona de confort, algo que le incomoda. El método tradicional no concede el derecho al alumno a hacer las preguntas que quiera. Cuestiones que muchas veces no van a poder ser respondidas por el profesor. Pero es que en eso se basa también la educación».
La oratoria implica a todas las asignaturas, no solo a Lengua y Literatura
«La oratoria es necesaria porque nos obliga a reflexionar y a ordenar bien las ideas. Y, por lo tanto, a que el discurso sea más interesante»
Conseguir que la oratoria empiece a tener importancia en la educación pasa por varios puntos. Uno de ellos, como apunta Bárbara Pastor Artigues, es cambiar la idea de que pertenece al área de Lengua y Literatura.«La oratoria tiene que ver con todas las asignaturas. Enseñar a hablar, a hacer preguntas y a escuchar tiene que ver con toda la educación en general. La enseñanza es de toda la vida oral».
Y añade: «Pero también es necesario que desde el Ministerio de Educación se promulguen leyes que lo hagan posible. Como ocurre en países como Japón o Estonia. Y que cada comunidad autónoma que es quien conoce la esencia de cada sitio, comience a cambiarlo. Como en Andalucía, que ha sido el primer lugar donde es obligatoria la oratoria. Tiene que haber un programa educativo, como ha pasado con la tecnología. ¿Alguien puede discutir que debemos aprender a usar un ordenador o que hay que aprender inglés? Con la oratoria es el momento de que suceda lo mismo».
Una implantación en el aula que, según Javier, debe empezar por crear un espacio seguro para ello. Es decir, que los estudiantes pierdan el miedo a expresarse. Para ello, «hay que restar importancia a esa parte y llevarlo a cabo de una manera más natural. Buscar que el alumno se sienta cómodo y seguro a la hora de hablar en público».
Desde su fundación trabajan con los profesores para enseñarles a crear ese espacio. «La oratoria se puede entender como dirigirse a muchas personas o hacer una pregunta en clase. Ese miedo nos lleva a no hacerlo. Por eso es importante generar un entorno donde se generalice la exposición. Si eso pasa, hay mucha menos presión. Que haya fluidez en el aula. Una pedagogía mucho más deliberativa en la que el docente lance retos al aula y que esta se los devuelva. De esta forma se produce una exposición y un compartir. Pero si ese espacio no se genera, no hay interacción de conocimientos», finaliza.