A las 2:45 PM (horario de Sídney) del sábado 7 de octubre, Yishai y Mor Lacob recibieron un mensaje de WhatsApp en sus móviles. Lo enviaba su amiga Tamar Kedem desde el refugio de su casa en el kibutz de Nir Oz, una pequeña aldea en el sur de Israel. Los kibutz se remontan a la época de la fundación del Estado de Israel, en 1948, cuando pequeños grupos de personas crearon comunidades basadas en la idea de vida en común. Para muchos es sinónimo de cercanía y calidad de vida. Hasta 125.000 personas han escogido esta forma de vivir (el país cuenta con unos 250 kibutz). El de Nir Oz, fundado en 1955, tiene un contexto particular, al encontrarse apenas a 4 kilómetros de la Franja de Gaza.
El pasado sábado, nada más escuchar las explosiones de varios misiles, Tamar, junto a su marido Johny –cultivador de trigo en la zona– y sus hijos Shahar (6 años), Arbel (6) y Omer (4), corrió a refugiarse en el bunker de la vivienda. Pasaban pocos minutos de las 6.30 de la mañana (horario de Israel) cuando centenares de hombres armados de Hamás –grupo islámico que gobierna en Gaza desde 2007 y que es definido por decenas de países como organización terrorista– atravesaron las fronteras de Israel por tierra y aire para realizar un ataque terrorista de brutalidad inefable. Violaciones de mujeres, asesinatos de niños y ancianos, secuestros, bombardeos, quema de hogares, persecuciones casa por casa en aldeas y una matanza generalizada de civiles en un festival de música electrónica sembraron el terror en la población.
Ya dentro del búnker de hormigón destinado a salvar sus vidas y la de sus tres hijos, Tamar escribió a sus amigos australianos un WhatsApp tranquilizador.
Hola chicos, entramos en el refugio de nuestra casa. Estamos todos bien.
El suspiro de alivio inicial se convirtió en un ataque de pánico para el matrimonio australiano una hora después, cuando Tamar dejó de responder los mensajes. «Empezamos a sentir mucho miedo. Tratamos de llamarla y de ponernos en contacto con gente de allí», relató la pareja a los medios australianos. Los Lacobs recibieron la noticia de que la habitación de seguridad de la vivienda había sido quebrantada y la familia entera asesinada por los miembros de Hamás. La foto sonriente de la familia israelí ha inundado los medios y ha estado presente en las manifestaciones de apoyo en varios lugares del planeta.
«Ella siempre se preocupó por la gente pobre, siempre se aseguró de que las personas menos afortunadas tuvieran las mismas oportunidades. Ella fue un ejemplo vivo de estos valores», recordaba Mor Lacob en una entrevista con el periódico australiano The Sunday Morning Herald. Y es que Tamar Kedem fue durante un tiempo directora de la Aldea Juvenil Bikurim para la Excelencia en Arte y la Música, una escuela para jóvenes con menos oportunidades para formarse en una educación artística, a menudo procedentes de las áreas menos desarrolladas de Israel. En ella, los padres pagaban la cuota en función de sus ingresos, y permitía que muchos jóvenes de Secundaria del país se conocieran.
«Creamos igualdad de oportunidades y permitimos que los jóvenes con muy poca formación en arte o música, y con dificultades académicas, sobresalgan en estas áreas. A aquellos que tienen el deseo y el potencial básico se les da la oportunidad, con la ayuda del equipo educativo especial, de romper el techo de cristal», dijo Kedem en una entrevista en 2016, dos años después de la fundación del proyecto.
Los 400 habitantes del kibutz de Nir Oz vivieron una pesadilla el sábado pasado. No fueron los únicos. En otra aldea cercana a la franja de Gaza, en el kibutz de Alumim fueron asesinados también diez estudiantes de Nepal que se encontraban cursando el programa «Aprender y Ganar», patrocinado por el gobierno de Israel. En este, los alumnos nepalís participantes –260 en total– adquieren experiencia en técnicas de agricultura para luego ponerlas en práctica en sus localidades de origen en Nepal. La embajada de Nepal en Israel confirmó la muerte de estos diez estudiantes. Asimismo, informó de cuatro heridos y la desaparición de otro alumno.
«No hay lugar seguro»
El primer ministro israelí, Benjamin Betanyahu, instantes después del ataque terrorista de Hamás, confirmó que respondería con contundencia, declarando la guerra al grupo islamista. El ataque de Israel con artillería aérea y la acumulación de carros de combate en la frontera como respuesta a Hamás amenazan con asolar la franja de Gaza en las próximas horas. Mientras tanto, muchos civiles palestinos, sin agua, electricidad y alimentos por el bloqueo total de Israel, han visto reducidos sus hogares a escombros y algunos de ellos ya han perdido a familiares tras los continuos bombardeos israelíes contra la franja. En las últimas horas, Israel aseguró que el bloqueo de recursos no acabará hasta que se libere a los rehenes que secuestró Hamás.
Son cerca de 220.000 los palestinos que han buscado refugio en 92 escuelas de la ONU, ya que se presumen un lugar seguro. Al menos 340.000 palestinos han tenido que huir de sus hogares a causa de las bombas, según los datos aportados este jueves por la Agencia de Naciones Unidas para la población refugiada de Palestina en Oriente Próximo (UNRWA), que califica la situación como «tragedia humanitaria sin precedentes». La franja de Gaza alberga a más de 2 millones de personas y el 40% de la población es menor de 15 años.
Según informó el organismo internacional, 11 de sus trabajadores –entre ellos 5 profesores de la UNRWA–, han muerto como consecuencia de los bombardeos israelíes sobre la franja de Gaza. 30 estudiantes de estas escuelas «también han sido asesinados y otros ocho han resultado heridos», dijo el portavoz de la ONU, Stéphane Dujarric. Se trata de 17 niñas y 13 niños.
«Esta escuela ha sido atacada directamente. Afortunadamente, ninguna de las 250 personas que se encontraban refugiados aquí ha resultado herido. Pero ha quedado claro el peligro en las escuelas gestionadas por la UNRWA y también en los colegios presentes. Esto significa que no hay lugar seguro en toda la franja», dijo Adnan Abou, portavoz de UNRWA en un video del organismo internacional desde uno de los centros.
«La población civil y especialmente los niños y las niñas nunca pueden ser parte de un conflicto. Su protección es algo sustancial. Estamos profundamente afectados por el incremento dramático en la cifra de niños y niñas asesinados», aseguran desde la UNRWA en un comunicado, en el que informan que desde que estalló la guerra el pasado 7 de octubre, la Agencia de Naciones Unidas para la población refugiada de Palestina en Oriente Próximo ha registrado daños colaterales y directos en al menos 20 de sus instalaciones en la Franja de Gaza. También en sus escuelas.
No es la primera vez que los gazatíes buscan refugio en estos centros. Ya en mayo de 2021, tras otra serie de bombardeos israelíes, los civiles se refugiaron en los colegios de la UNRWA, designados como refugio en tiempos de conflicto. La población de Gaza ha vivido seis conflictos desde 2008.
Estos días, las imágenes que llegan de estas escuelas sobrepobladas es la de familias enteras en sus aulas, con la ropa tendida en las barandillas y esperando la llegada de ayuda alimentaria para sobrevivir. Esta Agencia de la ONU recuerda que los edificios de Naciones Unidas, como las escuelas e infraestructuras civiles que albergan a familias desplazadas, nunca deben ser atacadas.
Tragedia humanitaria
En los días transcurridos desde que estallara el conflicto, imágenes de ambos territorios han mostrado a niños llorando corriendo por las calles y en refugios antiaéreos. En Gaza, los cuerpos de los niños muertos por los bombardeos fueron cubiertos con mantas y llevados por sus padres en procesiones fúnebres. En el lado israelí, por ejemplo, en el kibutz de Be’eri, uno de los más grandes del país, se descubrieron el pasado lunes más de 100 cuerpos de ciudadanos israelíes, entre los que había mujeres, niños y ancianos «brutalmente masacrados», afirmaron las Fuerzas de Defensa de Israel. También niños han sido secuestrados por los terroristas de Hamás.
Según el Ministerio de Sanidad palestino, hasta 1.055 personas han muerto, entre ellas casi 300 niños y niñas, como consecuencia de los bombardeos israelíes. Otras 5.000 resultaron heridas desde el 7 de octubre en la franja de Gaza. El número de fallecidos en Israel a causa del ataque de Hamás asciende a más de 1.200
Según el Ministerio de Sanidad palestino, hasta 1.055 personas han muerto, entre ellas casi 300 niños y niñas, como consecuencia de los bombardeos israelíes. Otras 5.000 resultaron heridas desde el 7 de octubre en la franja de Gaza. El número de fallecidos en Israel a causa del ataque de Hamás asciende a más de 1.200. El número de niños no ha sido especificado. Los heridos en el país superan los 3.000 y los secuestrados se cifran en 150. El pasado lunes, Netanyahu aseguró durante un discurso que «entre las atrocidades cometidas por Hamás, los niños han sido ejecutados con el resto de sus familias».
«Nada justifica el asesinato, la mutilación o el secuestro de niños, graves violaciones de los derechos que UNICEF condena enérgicamente. En menos de 72 horas después del estallido de la horrible violencia en Israel, los informes indican que las graves violaciones de los derechos contra los niños son desenfrenadas», dijo la directora ejecutiva de UNICEF, Catherine Russell, en un comunicado el lunes.
Las autoridades israelíes han reducido su suministro de agua a Gaza. Y de acuerdo con el asedio completo ordenado por el Gobierno israelí, el acceso a la electricidad, los alimentos y el combustible también se ha cortado, lo que inevitablemente empeora la ya grave situación humanitaria. «Los palestinos en Gaza ahora solo tienen electricidad de 3 a 4 horas al día. Esto dificulta la capacidad de los centros de salud para funcionar y tratar a los heridos. Todas las partes deben cumplir con sus obligaciones en virtud del derecho internacional humanitario», dijo en un comunicado la Coordinadora Humanitaria para el Territorio Palestino Ocupado, Lynn Hastings.
La Oficina del Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos también aseguró en un comunicado que la imposición de asedios que ponen en peligro a los civiles privándoles de bienes esenciales «está prohibida por el derecho internacional humanitario». «Toda restricción de la circulación de personas y bienes para poner en práctica un asedio debe estar justificada por una necesidad militar o puede equivaler a un castigo colectivo», sostuvo la portavoz Ravina Shamdasani.
«Nuestra escuela se encuentra en una de las zonas golpeadas por las bombas. Un edificio cercano ha sido destruido por los bombardeos israelíes y la onda expansiva provocó también daños en nuestro centro. Las lecciones se han interrumpido y todos nuestros estudiantes están en casa. Es imposible y muy peligroso salir a la calle», dijo en una entrevista con la agencia italiana SIR Nabila Saleh, la directora de Rosary Sisters School, que subrayó que los padres de sus alumnos, con los que sigue en contacto, hablan de barrios destruidos.
«Muchas de estas familias han visto sus casas demolidas o dañadas y por esto han buscado refugio en las escuelas de la ONU», explica Saleh al medio italiano, para afirmar que «se agravará de forma definitiva la ya dramática situación de las condiciones de vida de la población de Gaza». «Sin agua, luz y carburante, ¿cómo se sale adelante? Aquí en la escuela conseguimos tener alguna hora de energía eléctrica por los paneles solares. El miedo es enorme, porque ya no solo son las bombas que caen del cielo, sino el miedo a que entren los carros armados dentro de Gaza. El desastre es inimaginable. Es una tragedia de vidas humanas por ambas partes», sentencia la directora.
Escuelas demolidas en Cisjordania
La posibilidad de que los niños y niñas de la franja de Gaza puedan regresar a la escuela es todavía incierta. Las consecuencias de la guerra –mientras no cesa el intercambio de misiles– son todavía impredecibles y los esfuerzos se centran en sobrevivir y en liberar a los rehenes. La situación educativa a la que se han enfrentado en el último año otros estudiantes palestinos, en este caso la Cisjordania ocupada, también sigue siendo complicada. El pasado 17 de agosto, Naciones Unidas informó de la última demolición llevada a cabo en el territorio: la escuela elemental para niños palestinos de 6 a 12 años ubicada en Ein Samiya.
«La escuela servía a alumnos de unas cuantas familias palestinas que quedaban en las lastimadas comunidades de Ein Samiya tras el desplazamiento de la mayor parte de la comunidad, la violencia de los colonos y la menguante tierra de pastoreo», aseguró el portavoz de la Secretaría General de Naciones Unidas, Stéphane Dujarric. La demolición ocurrió apenas unos días antes del inicio del curso escolar.
Según UNICEF, en los últimos 12 meses –datos de agosto 2023– fueron demolidas tres escuelas en la zona con un impacto total sobre 78 estudiantes. Además, un total de 59 escuelas, que atienden a unos 6.500 estudiantes palestinos, corren el riesgo de ser demolidas, advirtió el coordinador especial de la ONU para el Proceso de Paz en Medio Oriente, Tor Wennesland, el pasado 27 de septiembre.
Asimismo, indicó que el gobierno israelí anunció que construirá 6.300 viviendas en la llamada Zona C, lo que incluirá una legalización retroactiva de tres puestos de avanzada cerca del asentamiento de Eli. En Jerusalén Oriental se construyeron 3.580 viviendas. El enviado se refirió también a un plan presentado el 11 de septiembre para la construcción de 3.500 viviendas, la mayoría en Jerusalén Oriental en terrenos de la Iglesia Ortodoxa Griega.
«Las autoridades israelíes eliminaron el requisito de aprobación ministerial en la etapa de planificación de asentamientos, acelerando así su expansión, y el Tribunal Supremo desestimó una petición de desmantelamiento de un puesto de avanzada en la Cisjordania ocupada», se puede leer en el comunicado de la ONU. «Continuaron las demoliciones y confiscaciones de estructuras de propiedad palestina en toda Cisjordania ocupada, incluida Jerusalén Oriental. Citando la falta de permisos de construcción emitidos por Israel, que son casi imposibles de obtener para los palestinos, las autoridades israelíes demolieron, confiscaron u obligaron a demoler 238 estructuras, desplazando a 183 personas, entre ellas 46 mujeres y 91 niños», especificó el diplomático.