José Miguel Barjola.- 40 encuentros, 200 ponentes y más de 3.000 asistentes. Es el balance que dejan los Encuentros Profesionales de Fundación Aranzadi LA LEY y Esade Law School en diez años de vida. Este jueves, en la sede madrileña de Esade, tuvo lugar un evento, que contó con el patrocinio del Banco Santander España, para festejar el décimo aniversario de este ciclo de conferencias, cuya continuación acaba de ser sellada por ambas instituciones. En la cita, que reunió a destacables personalidades del entorno legal, Jorge Castiñeira tomó la palabra en uno de sus primeros actos como decano de la facultad para subrayar su objetivo de «acercar la facultad a la comunidad jurídica de Madrid» y «preparar los profesionales que las empresas demanden». Hubo un momento para recordar a Jorge Badía, consejero delegado de Cuatrecasas y uno de los propulsores del evento, fallecido el año pasado.
Vicente Sánchez, CEO de Aranzadi LA LEY, tomó la palabra para valorar cómo esta red de charlas ha cristalizado en «un espacio inédito de networking». Un ágora abierta a la comunidad jurídica, una asamblea perfecta para «facilitar la transferencia constante de conocimientos y el contacto entre profesionales». Por su parte, Cristina Sancho, presidenta de la Fundación Aranzadi LA LEY, destacó cómo las charlas de los Encuentros Profesionales han permitido crear una visión multidisciplinar que desborda el foco jurídico. En ellas no solo han intervenido abogados, sino también ingenieros, matemáticos y científicos, recordó, «tocando temas que no se han tratado antes y abriendo líneas de investigación novedosas».
¿Qué futuro le aguarda a la profesión legal?
Socios directores de grandes firmas de abogados, headhunters y expertos en comunicación jurídica escucharon y participaron en una mesa redonda donde se analizaron los retos de un sector que, de mirarse al espejo, apenas podría reconocerse si se compara con el pasado. La irrupción de las nuevas tecnologías, las demandas de las nuevas generaciones, los avances en conciliación, el rol de los abogados como parte activa del negocio, la sostenibilidad son elementos impulsores de un cambio sin precedentes. Fenómenos que han marcado el ritmo de la profesión. La mesa redonda donde se habló de estas cuestiones fue dirigida por Cristina Sancho y Eugenia Navarro, profesora de Estrategia y Legal Operations de Esade Law School e impulsora desde sus inicios de estas charlas, quien utilizó su turno para destacar el papel de la universidad en este cambio y en la formación de las nuevas generaciones de abogados.
Miguel Klingenberg, ex director del área de Asuntos Legales de Repsol, valoró que la complejidad legislativa «se ha multiplicado» en los últimos años. En este nuevo escenario hiper regulatorio es necesario que los letrados estén al día de las últimas novedades legislativas, pero también un perfil de business partner que «entienda el negocio y sea cercano al cliente». Participar activamente en la «valoración de riesgos» del negocio, siguiendo este razonamiento, es ahora esencial. «La información no financiera se ha vuelto una parte crítica», dijo Klingenberg. Y descuidarla, añadió, «puede hacer que te vengas abajo». Los letrados actúan «conociendo los riesgos en la parte jurídica», pero también teniendo cada vez más presente «la parte de negocio», indisoluble ya a la labor de asesoramiento jurídico.
En ello coincidió Juan A. de Rueda, vicepresidente de Legal de la Business Unit de Iberia en Coca-Cola Europacific Partners. Al igual que Klinbenberg, De Rueda piensa que el abogado puede (y debe) ser un activo más en la producción de valor empresarial, «más allá del conocimiento técnico». «Los letrados han pasado de un papel de mero asesor a gestionar los riesgos del negocio». Prueba de ello es que cada vez reportan con más facilidad a la alta dirección, algo común en el mundo anglosajón y que en España no ha sido tan común.
La carrera por el cumplimiento normativo
Surgió en el debate un concepto estrella: el compliance. «Hace 15 años», contó De Rueda, «el informe de sostenibilidad tenía que ver solo con el medioambiente, no hablaba de riesgos, de herramientas y de tareas. Ahora, sin embargo, son fundamentales». En la carrera por el cumplimiento normativo, el experto recordó la importancia de que los bufetes reserven recursos para ello. Algo que puede ser complicado para las PYMES y las organizaciones de medio tamaño. No hay que olvidar, dijo, que estar al día con el compliance «implica una cantidad importante de recursos».
La imprescindible inversión en tecnología
En el encuentro hubo espacio para hablar de tecnología. El omnipresente legaltech. ¿Habrá un incremento de la inversión por parte de los bufetes en este tipo de herramientas? Klingenberg cree que sí. «En los últimos años las firmas han multiplicado estas partidas», aseguró. Y la tendencia parece no tener techo. Máxime cuando la gestión de un volumen inmenso de información hace de las herramientas predictivas de gestión documental y de automatización un auténtico filón.
En esta dirección, De Rueda recordó el gran papel de la abogacía en la construcción de una «inteligencia artificial ética». Reconoció que la «automatización de aquello que aporta poco valor» y «la analítica de casos y precedentes» tienen una aceptación indudable entre los abogados. Pero su protagonismo irá a más. «El desarrollo de la inteligencia artificial generativa tendrá un papel muy relevante, tanto de los despachos como de las asesorías jurídicas».
Carrera profesional
En cuanto al análisis del mercado laboral, ambos ponentes coincidieron en que para ascender en los bufetes y las asesorías legales aún es necesario un alto grado de compromiso, personal y profesional. Y ahora, además, un enfoque de transversalidad. «Una mentalidad estratégica», dijo De Rueda. Por su parte, Klingenberg recordó que ascender en una organización legal requiere «personas que se comprometan», y ahora, adicionalmente, «que sepan bien que ascender puede requerir movilidad». El sector, en resumen, exige perfiles multidisciplinares, con capacidad de compromiso y que sepan bucear en todas las áreas del negocio. Todo apunta a que la figura del abogado ultra especializado que se limita a la perspectiva jurídica es, en definitiva, cosa del pasado.